El Reino de Marruecos y su pueblo, a través de sus diversas instituciones, su sociedad civil en todos los rincones de su geografía y su diáspora euroamericana, celebran de manera oficial y por segunda vez en su historia el Año Nuevo Amazigh 2975. Esto se produce tras la histórica decisión real del pasado 3 de mayo de 2023, cuando el Rey Mohamed VI decidió instaurar el Día del Año Nuevo Amazigh como día festivo nacional oficial y remunerado. El Rey subrayó claramente que: «El amazigh, como componente esencial de la identidad marroquí auténtica, es un patrimonio común a todos los marroquíes sin excepción».
Este reconocimiento explícito, histórico y oficial del calendario amazigh, tan esperado, reivindicado y defendido por los militantes del Movimiento Amazigh, junto a los calendarios religiosos musulmán y cristiano, constituye, en definitiva, una auténtica reconciliación de todos los ciudadanos marroquíes con su profunda y milenaria historia. En consecuencia, nuestras autoridades educativas están llamadas, más que nunca, a revisar seriamente el contenido superficial e incorrecto de los manuales pedagógicos y escolares en lo que respecta a la disciplina más atractiva, que es la de la “memoria colectiva”, la verdadera historia de la nación marroquí y la de todo el Norte de África, yendo más allá de los últimos doce siglos de dinastías musulmanas reinantes, superando los cuatro siglos de presencia y simbiosis con las civilizaciones romana y fenicia, y llegando a los valerosos reinos mauritanos (moros) que edificaron espléndidos centros urbanos marítimos. Dicha necesaria y prioritaria revisión histórica, debería abarcar también los diferentes períodos paleolíticos de la rica y extensa prehistoria, que se remonta al Homo erectus, como el “Hombre de Sidi Abderrahman” en Casablanca, pasando por el Homo sapiens del “Hombre de Adrar Ighud”, que actualmente constituye el ancestro más antiguo de toda la humanidad, datado en 315,000 años [1].
Pero ¿Cuál es el origen del calendario amazigh?
Este domingo 12 de enero de 2025 en Argelia, lunes 13 en Libia y martes 14 en Marruecos corresponde al primer Yennayer del año amazigh 2975. Se conmemora, de alguna manera, el reinado de las tropas amazighes dirigidas por el rey Sheshonq I, quien se proclamó faraón de la XXII dinastía de Egipto en el año 950 a.C., a propuesta de la Academia Bereber de París en los años ochenta.
Este calendario, que antes era una conmemoración del calendario agrícola, se celebraba mucho antes de la fecha del reinado de la dinastía de los Sheshonq en Egipto y el Cercano Oriente.
Como sabemos, la organización del tiempo siempre fue una necesidad humana desde la prehistoria, especialmente desde el Neolítico, con el descubrimiento de la agricultura y su difusión desde el Cercano Oriente hacia el Norte de África (Tamazgha) y Europa. Así, la organización social de la economía agrícola y ganadera dependía de los ciclos y períodos del año. A diferencia del calendario religioso musulmán, que es lunar, el calendario amazigh es fundamentalmente solar y se utiliza en todas las terrazas de las cordilleras montañosas y llanuras del África del Norte para regular los trabajos agrícolas según las cuatro estaciones del año: otoño, invierno, primavera y verano.
Por lo tanto, la observación del cielo, del sol y de los cuerpos celestes siempre despertó un interés muy particular desde la prehistoria. Una reciente investigación arqueológica [2], en la que participó nuestro distinguido investigador español Antonio Arnaiz Villena junto a investigadores canarios, sostiene que el origen de las civilizaciones faraónica, de los imperios mediterráneos, del pueblo ibérico y de los guanches de las Islas Canarias, es de origen amazigho-bereber, que surgió desde el Gran Sahara. Estas civilizaciones tienen sus raíces en este inmenso desierto que se extiende desde el Sahara occidental marroquí hasta el Sahara oriental libio. Este estudio revela que nuestros antepasados, los neolíticos, lograron organizar su vida social y agrícola según las estaciones y los meses del calendario solar. Así lo demuestra el extraordinario descubrimiento de petroglifos en la región de Tiwrar (aldea rural de Ida Ukazzu) a unos 100 km al norte de Agadir, en el lado oeste del Alto Atlas, en la provincia de Esawira [3].
Con el tiempo, nuestros antepasados comenzaron a celebrar este nuevo año agrícola como una manera de iniciar los trabajos de labranza y fortalecer su relación íntima con su tierra fértil y la lluvia fecunda del dios Anzar (dios de la lluvia). Según los mitos y leyendas, era una forma de cerrar una etapa dura y oscura (cerrar “tiwara tibarkanin”: cerrar las puertas oscuras”) y de comenzar un nuevo período blanco y próspero (abrir “tiwara timalalin”: abrir las puertas blancas y de felicidad”). Lo celebraban en familia, consumiendo los restos alimentarios del año anterior, frutos secos y cuscús.
En definitiva, el reconocimiento oficial del Año Nuevo Amazigh por parte de Argelia y de Marruecos (en espera de que lo sigan Libia, Túnez, Mauritania y las Islas Canarias) tiene un simbolismo muy profundo que consagra la reconciliación de todos los pueblos de Tamazgha con su milenaria historia y restablece el renacimiento de su perenne identidad amazigh.
¡Feliz y próspero Año Nuevo Amazigh 2975!
Por Rachid RAHA, Presidente de la Fundación “David Montgomery Hart” de Estudios Amazighies et de la Asamblea Mundial Amazighe
Notas :
(*) traducción y modificación del siguiente artículo del francés al castellano:
https://lematin.ma/chroniques/nouvel-an-amazigh-le-renouveau-de-lamazighite-tribune/208781
[1]- https://amadalamazigh.press.ma/pdf/Origines.pdf
[2]- https://www.ajol.info/index.php/ijma/article/view/259892