A la amable atención del Sr. Kaïs Saïed, Presidente de la República de Túnez
Asunto: Carta de felicitación por el nombramiento del nuevo secretario general de la Unión del Magreb Árabe (UMA) y solicitud de cambio de su nombre a “Unión del Gran Magreb”
Señor Presidente,
En primer lugar, le felicitamos por el nombramiento de un nuevo secretario general de la Unión del Magreb Árabe (UMA), en la persona del diplomático Tarek Ben Salem, para un mandato de tres años, a partir del 1 de junio.
Le expresamos que dicho nombramiento, lamentablemente, no despierta ninguna esperanza entre los pueblos de África del Norte, denominado en lengua indígena afro-amazigh, Tamazgha, y que no irá acompañado de ningún relanzamiento de las relaciones de los cinco Estados miembros. Esta unión moribunda está condenada a perpetuarse siendo un cascarón vacío, desde su creación en Marrakech (capital del imperio amazigh de los Almohades que gobernaron desde Mauritania hasta Libia) el 17 de febrero de 1989, mientras no responda realmente a los desafíos de los pueblos del Norte de África, para conformar su verdadera identidad y corregir su historia confiscada.
Dado que la sede de la UMA está situada en Rabat, capital del Reino de Marruecos, regido automáticamente por la ley marroquí, le pido que aconseja encarecidamente a su diplomático que ajuste su nombre a la ley suprema del país. El Reino de Marruecos, que ahora ha sustituido en el preámbulo de su Carta Magna el término “Magreb árabe” por el término “Gran Magreb”. Un término más integrador, más unificador y más respetuoso de la identidad plural de nuestros pueblos, especialmente después del reconocimiento de la lengua amazigh y de la identidad indígena en la Constitución marroquí del 1 de julio de 2011 y en la reforma constitucional argelina de 2016, a la espera de que su país, Mauritania y Libia sigan el ejemplo y, a su vez, desterrar esta profunda injusticia y reconciliarse con la extraordinaria historia de esta tierra hospitalaria que se extiende desde las Islas Canarias hasta el Mar Rojo.
Señor Presidente,
Como señalé anteriormente a los Ministros de Asuntos Exteriores de nuestros países norteafricanos [1], todos debemos pensar seriamente en la reconstrucción de la unión regional de nuestros Estados norteafricanos, sobre nuevas bases, más realistas y más pragmáticas, en sintonía con nuestros valores, inspirándose en la visión africanista y amazigh y alejándose, valientemente, de una vez por todas, de consideraciones ideológicas árabe-islamistas obsoletas, como denunciaba el fallecido islamólogo argelino Mohamed Arkoun [2]. Una nueva unión regional, al ejemplo de la Unión Europea, que se basa en la historia milenaria de este continente y que tiene sus orígenes en la civilización amazigh. Una unión que se reconstruiría en total acuerdo con la declaración universal de derechos humanos del 10 de diciembre de 1948, y que respetaría la declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas del 13 de septiembre de 2007. Una unión que establecería como prioridades los derechos de las mujeres, la lucha contra todas las formas de discriminación, el respeto a la diversidad étnico-lingüística, la pluralidad de creencias religiosas y el multipartidismo político.
Por qué no, una unión que enarbole los valores humanos y los principios democráticos siguiendo el ejemplo de los europeos. Si estos últimos alardean del origen de la democracia en la creación de la ciudad griega de Atenas, unos 800 años antes de Cristo, nosotros, como norteafricanos, debemos estar orgullosos de nuestros antepasados Amazighs de Túnez que tuvieron el privilegio de ser los pioneros en la invención de la noción de “democracia” con la creación del ágora (Agraw en amazigh) de la ciudad de Cartago, bajo la reina de Elisa Dido, catorce años antes, en el 814 a.C., fundadora de la civilización cartaginesa.
Una unión regional del norte de África que debería centrarse en el establecimiento de un sistema político federal, compatible con nuestro ambicioso proyecto político pan-amazigh del “Manifiesto de Tamazgha” basado en el derecho a la autonomía de las regiones [3], inspirado en nuestras antiguas instituciones sociopolíticas locales de confederaciones tribales. Un sistema federal que resolvería definitivamente la cuestión del Sáhara Occidental marroquí, las aspiraciones separatistas de Kabilia y que, además, pondría fin a la guerra civil e inter-tribal de las comunidades libias.
Señor Presidente,
Esperamos que comparta con nosotros la idea de que no es Israel, ni los Estados Unidos de América, ni mucho menos las antiguas potencias coloniales europeas (Francia, España o Italia) quienes están bloqueando el surgimiento de esta deseada unión de nuestros Estados desde el Tratado de Marrakech de 1989, impidiéndoles beneficiarse de un desarrollo socioeconómico y humano significativo, con vistas a garantizar el bienestar social y la paz para todos los pueblos de Tamazgha. En realidad, quienes bloquean obstinadamente esta integración regional del “Gran Magreb” son precisamente los “generales argelinos”, que querían llevaros a una falsa aventura de unión tripartita anti-marroquí. Recordemos que su país, Túnez, fue el primer país del sur del Mediterráneo que firmó un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea en 1995, seguido de Marruecos y Argelia, y que establece: “fomentar la integración del Magreb mediante el fomento de los intercambios y la cooperación dentro de el Magreb en su conjunto y entre éste y la Comunidad Europea y sus Estados miembros” [4].
A pesar de este acuerdo que forma parte del proceso euromediterráneo de Barcelona, iniciado en 1995, la integración del Magreb está experimentando numerosos bloqueos a causa de estos “generales argelinos” corruptos, enfermizamente encerrados en una ideología árabe islamista obsoleta, y que persisten en crear, contra natura y desde hace cinco décadas, un pequeño Estado separatista « árabe » en el Sáhara marroquí, con el único objetivo de perpetuar su » sucia guerra » contra los Marroquíes, considerados a sus ojos como Amazighs, desde su derrota durante la Guerra de las Arenas de 1963 [5]. ¡Los “generales argelinos”, con el afán de perpetuarse en el poder, encontraron la paradoja del enemigo exterior, que lo constituye El Marroquí y lo del enemigo interior, apuntando en los Amazighs de Kabilia, de Mzab y de otras comunidades amazighoparlantes !
Señor Presidente,
Recordando la famosa cita del líder panafricano amazigh Masinisa « África para los africanos », le pedimos que reconozca las bases africanas y amazighs de Túnez, por todos los medios, no porque seamos Amazighs (Bereberes), sino porque esto redunda en el interés supremo de Túnez que será más fiel a su historia, a su civilización y a su identidad soberana, incluso si estamos decepcionados con su constitución posrevolucionaria, que considera a Túnez como un país « árabe », aunque la mayoría de los tunecinos son, en definitiva, Amazighs arabizados, una minoría de los cuales desafió a los conquistadores “árabes” y aún conserva su antigua lengua amazighe en el sur.
Tenga en cuenta que el término « Magreb árabe« , desde la abolición del Muro de Berlín y las revoluciones populares de la primavera democrática (erróneamente llamadas « Primavera Árabe »), que comenzaron con su Revolución de los Jazmines del 17 de diciembre de 2010, hiere profundamente la sensibilidad, identidad y orgullo de millones de ciudadanos indígenas de África septentrional, y que no hay ningún impedimento para sustituirlo por el término “Gran Magreb”. Debemos afrontar el hecho de que recientes descubrimientos arqueológicos y datos de antropología genética confirman que el Norte de África no es árabe en absoluto. Sin embargo, ahora debemos estar orgullosos de que nuestro continente tenga un topónimo amazigh, África, por el que se llamaba su propio país, Túnez, antes de la invasión de los Fenicios, de los Romanos, de los Vikingos vándalos, de los Árabes, de los Turcos y de los Europeos. Los resultados de las excavaciones arqueológicas realizadas por el francés Jean-Jacques Hublin y el marroquí Dr. Abdelouahed Ben-Nçer sobre los cráneos de “Adrar Ighud” (en árabe Ybel Ighud), revelados en 2017, han confirmado, por ejemplo y por el momento que el “Hombre de Adrar Ighud” constituye el ancestro más antiguo del homo sapiens, con una datación de 315.000 años. Nuestro Tamazgha se erige desde ahora en adelante, en la cuna de la humanidad [6] y está en el origen de todas las poblaciones humanas, ya sean Árabes, Iraníes, Turcos, Hindúes, Chinos o el resto de pueblos asiáticos, Europeos, Americanos, Australianos y Africanos. Y entre los pueblos africanos, están, por supuesto, los “hombres libres”, los Amazighs de todos nuestros países de África del Norte, ya sean amazighófonos o arabófonos, y cuyo ancestro común no es nada más que “el Hombre de Gafsa”, que vivió en el sur de Túnez hace entre 10.000 y 7.000 años, y que está en el origen de la civilización prehistórica de los Capsienses [7].
Señor Presidente,
En última instancia, hacemos un llamamiento a su espíritu de apertura, a su sentido de responsabilidad y a su deber histórico de utilizar toda su influencia y su diplomacia para convencer a los “generales argelinos” y a los demás líderes de nuestros países de Tamazgha para que se reconcilien con nuestra milenaria historia común. Parafraseando la declaración de Su Majestad el Rey Mohamed VI, tras el reconocimiento del Año Nuevo Amazigh, el 3 de mayo de 2023, podemos afirmar perfectamente que: “El amazigh como componente esencial de la auténtica identidad magrebí, rica por la pluralidad de sus afluentes, y un patrimonio común a todos los norteafricanos sin excepción”.
Acepte, Sr. Presidente, el testimonio de nuestra más distinguida consideración.
Rachid Raha, Presidente de la Asamblea Mundial Amazighe
Notas:
[2]- www.youtube.com/watch?v=M5IV6Y3S05g
[3]- https://amamazigh.org/wp-content/uploads/2018/10/AMA_MANIFESTE-DE-TAMAZGHA_5-langues.pdf
[4]- https://rachidraha.com/como-argelia-intenta-desestabilizar-a-a-la-union-europea/