Rachid RAHA : Editor del periodico “Le Monde Amazigh” Y presidente de la Fundación « Montgomery Hart » de Estudios Amazighs (bereberes).
Después del asesinato del cineasta Theo Van Gogh por parte de un joven rifeño, de origen bereber –amazigh en su expresión autóctona–, de Midar, algunos responsables del Gobierno holandés no dudaron en señalar a dedo, directamente, a las autoridades marroquíes. Lo queramos o no, la mayoría de los islamistas(1) violentos que habían ejecutado actos inhumanos, como los atentados del 11-S en Estados Unidos o los del 11-M de Madrid, eran marroquíes.
Jóvenes que han tenido una educación arabo-islámica y que se han encontrado en el corazón de los comandos terroristas, al servicio del islamismo internacional.
¿Por qué? ¿Cómo es posible que jóvenes marroquíes, cuyo porvenir esta íntimamente ligado al de Europa, se conviertan en mercenarios de la nebulosa wahabita de Al Qaida, perjudicando ineluctablemente la imagen de los 3 millones de marroquíes que aseguran su vida –y la de sus familias– en el extranjero? ¿Cómo es posible un país hospitalario como Marruecos se convierta en un país exportador de terroristas?
Una de las primeras pistas de respuesta a esta paradoja reside extrañadamente en una de las revelaciones hechas por la policía holandesa antes del 11-S y según la cual grupos próximos a Al Qaida buscaban reclutar adeptos dentro de la segunda o tercera generación de inmigrantes, aprovechando que sufrirían una “CRISIS DE IDENTIDAD”. Otra investigación había revelado también de que los imanes marroquíes, enviados a los Paises Bajos, contribuían a propagar la ideología del “islamismo político”. Del mismo modo, el gobierno francés había tomado conciencia de que asociaciones religiosas dirigidas por los marroquíes, como la UOIF(2), se radicalizaban.
¿Por qué hay este ciego seguimiento hacia las ideologías islamistas del Machrek, o sea el Proximo Oirente? Otra pregunta que es de necesidad es la siguiente, a saber, ¿cómo es posible que las grandes figuras del islamismo marroquí son de origen bereber ? Vamos a nombrarlos : el Islam llamado “moderado” y representado por el PJD tiene como secretario general al Dr. Saadin El Otmani, originario de Sus, región de la que también es originario el jeque Abdeslam Yassine, figura emblemática del Islam “radical” de Justicia y Caridad. En cuanto al Islam violento, al Islam yihadista, éste estaría representado por el rifeño El Fizazi, actualmente encarcelado en Tánger.
Es perfectamente normal que los musulmanes bereberes se conviertan en “islamistas” porque el Estado marroquí consiguió, a través de su sistema educativo, crearles una crisis de identidad.
¿Por qué? Porque este sistema educativo ha sido formulado por los salafistas del movimiento nacional y del partido del Istiqlal desde el mismo momento en que Marruecos accedió a su independencia, en 1956, basándose en una ideología de corte arabo-islámica, donde la política de “arabización” era su piedra angular. Y esto todo con el fin de imponer a los marroquíes una identidad de “substitución” que los ligase más al Próximo Oriente que a su propia tierra.
Dicha política se ha exportado inclusive hacia Europa para acompañar a los niños y niñas nacidos ya dentro de las comunidades inmigrantes. A estos, en vez de enseñarles sus idiomas maternos, a saber el tamazight (idioma autóctono hablado por la mayoría de los marroquíes actuales) o el “dariya”, árabe dialectal, y con el fin de facilitarles su integración intercultural, aprendiendo asimismo el idioma del país de acogida, se les obligan a aprender otro idioma que, en este caso, es el árabe clásico (hablado solamente por un 30% de la población). Esto constituye un hándicap que les complica su integración en las escuelas europeas. Y, a pesar de que psicólogos y pedagogos aconsejan utilizar el idioma materno en el programa educativo de ELCO (Enseñanza en Lengua y Cultura de Origen), los países europeos aplican dicha política sustituyendo desafortunadamente los idiomas maternos de estos pequeños por el idioma oficial del país de origen, según los convenios firmados con estos países. De esta manera, el primer ministro Driss Jettou, que dicho sea de paso es otro bereber, insistió en su discurso de investidura en imponer la enseñanza del árabe clásico –y de la religión musulmana– a estos hijos de emigrantes, ignorando totalmente que, según el discurso del rey Mohamed VI del 27 de junio de 2002, “el amazigh, que hunde sus raíces en lo más profundo de la historia del Pueblo marroquí, pertenece a todos los marroquíes sin excepción (…)” y además, “(…) que hay que trabajar para que sea insertado en nuestro sistema educativo”. Esta política de ELCO, que dio resultados positivos en Alemania con los niños turcos, fracasó totalmente con los magrebíes, que en su gran mayoría son de origen bereber (solamente en Francia hay unos dos millones de personas). Esto concluye, desgraciadamente, en que estos jóvenes, desarraigados en el seno de la inmigración, a inflar las bolsas de la delincuencia y esto explicaría que, ni más ni menos, ¡el 70 % de los detenidos en las prisiones de los Países Bajos sean de origen marroquí!
El Estado marroquí es responsable directamente de esta deriva extremista de los jóvenes porque la escuela, aparte de transmitir la ignorancia teológica, en palabras de Mohamed Arkoun, no hace nada más que desarraigar a los bereberes y les transforma en unos seres que se identifican con el Próximo Oriente, despreciando lo norteafricano. Si en los años setenta la “reconstrucción de la identidad” se desarrollaba en beneficio de un “arabismo de izquierdas” que abogaba por cambiar el sistema con golpes de estado (como ha sucedido en Egipto, Argelia o Libia), influenciada por el carisma de Jamal Abdelnasser; hoy dicha reconstrucción identidaria se hace directamente en beneficio del islamismo político, socorrido por el apoyo financiero de los petrodólares saudíes y kuwaitíes.
Los dos factores esenciales sobre los cuales se basa la identidad bereber son el idioma y la historia. Curiosamente estos dos elementos están casi totalmente ausentes en la escuela marroquí. Respecto a la historia, esta se enseña más la de la Península Arábiga que la del propio país. Así, por ejemplo, los cuatro siglos de presencia romana y la cristianización de los bereberes, que dio una de las grandes figuras de la humanidad como San Agustin, están borrados de los libros pedagógicos. Lo mismo ocurre con la prehistoria y con el descubrimiento de la primera escritura africana, el tifinagh, que, según J.J. Benítez se remonta a unos 9000 años. Es por eso que los islamistas creen firmemente que antes de la llegada del Islam al Norte de África sus antepasados eran “salvajes” y que el devenir de las chicas era similar al de la Península Arábiga. Estos no conocen que si en esos tiempos de la yahilia, los árabes enterraban vivas a las mujeres, aquí, en el Norte de África, las mujeres llegaban a ser reinas como Tin Hinan o Kahina. Esta ultima, al lado de Koceila, fue la que resistió, armas en mano, contra la invasión árabe durante el siglo VII.
¡Si la escuela marroquí hubiera inculcado los verdaderos valores bereberes a sus alumnos nunca hubiéramos encontrado jóvenes marroquíes con las manos ensuciadas de la sangre inocente en el 11-M de los nobles trabajadores españoles, latinoamericanos y paisanos marroquíes! Esto por la sencilla razón de que estos valores y las instituciones de “los hombres libres” rechazan cualquier tipo de violencia, porque para ellos lo mas sagrado en el mundo es la vida. Dios es el único quien la otorga y solamente es el quien puede quitarla. En Tamazgha, el Norte de África, la interpretación religiosa tenía que adaptarse a los valores y creencias autóctonas. Así, por ejemplo, en el derecho consuetudinario, llamado azerf, no existía la pena de muerte. Si alguien cometía un asesinato la sentencia extrema a la que se le podía condenar era el destierro fuera de su tribu natal.
Otro ejemplo que la historia oficial borró de sus manuales son los nueve siglos de permanencia bereber en la Península Ibérica, desde la conquista por parte del rifeño Tarik Ibn Zyad en 711 hasta la expulsión de los últimos moriscos de las montañas de Alpujarra en 1610. La estupenda exposición del Legado Andalusí sobre las dinastías bereberes de los almorávides y de los almohadas, como historia común entre España y Marruecos, inaugurada hace poco por los reyes de ambos países, ¡ha sido todo un novedoso descubrimiento por parte de los propios marroquíes!
Asi, los jóvenes del sur ignoran totalmente que sus antepasados crearon con los iberos una de las civilizaciones más admiradas del mundo, la civilización andalusí, que dio grandes sabios como el propio Averroes. Las enseñanzas filosóficas de este han permitido a los europeos inspirarse de sus principios de laicidad, lo que les permitió liberarse del yugo religioso y, por consiguiente, desarrollarse económicamente. La escuela marroquí falsifica la historia descaradamente e ignora que el pueblo gestionaba sus asuntos a través del derecho consuetudinario. Se olvidan que cuando los militantes amazighs revindican la laicidad no lo hacen copiando a Occidente sino que solamente se inspiran de sus propias instituciones. En el fondo, como lo ha explicado uno de los grandes especialistas del islamismo marroquí, Mohamed Darif, en el semanario La Gazette du Maroc, el continuo conflicto entre el “bled el Majzen” o el país bajo la autoridad tradicional del sultanado y el “bled Siba” o el espacio rebelde, no era nada mas que un conflicto entre dos versiones del mundo. Por un lado estaba el poder centralizado del Majzen, quien quería imponer la aplicación la charia o la ley islámica (como quieren hacer actualmente los islamistas). Y por el otro lado estaba el poder descentralizado de las cabilas bereberes, que se empeñaban en seguir siendo regidos por su derecho secular y laico. En este sentido, por remarcar un ejemplo, el estado marroquí se enorgullece de haber conseguido la reforma del estatus de la mujer, llamada en árabe Mudawana, y se ignora de que en caso de divorcio el reparto de los bienes existía ya en dicho derecho consuetudinario, ¡perdurando este todavía en las tribus del Sus, bajo el nombre de tamazzalt!
En definitiva, la escuela marroquí, en vez de formar ciudadanos orgullosos de su pasado, de su historia, de su civilización, de su identidad y de sus instituciones democráticas (como la asamblea del pueblo llamada agraw, que el eminente sociólogo Pierre Bourdieu había calificado de “democracia de base”), engendra alienados, “falsos árabes” en expresión de los habitantes del Machrek, con profundos complejos de inferioridad y que les predispone a refugiarse en la religión. Hace falta un cambio radical en la política educativa de Marruecos, donde el idioma bereber sea generalizado y donde se resucite su milenaria historia de pueblo africano y mediterráneo, cuyos lazos históricos han estado desde siempre más ligados a los pueblos de Europa que al lejano oriente. Marruecos no es un país árabe. Como afirma acertadamente el gran berberélogo y ex-rector del Instituto Real de la Cultura Amazigh (IRCAM), Mohamed Chafik: “El Magreb no es árabe y no puede serlo ni por la fuerza ni por la astucia”. ¡Es por eso que en vez de empeñarse en identificarse con algo que no se es, desperdiciando un montón de energías y de dinero, debería vivir plenamente su amaziguidad!
- Islamistas se aplica a toda persona, grupo o partido que lucha por instalar un estado teocrático, cuyo funcionamiento se basa en la charïa, la ley islámica.
- Union de las Organisaciones Islámicas de Francia.